Estas seis cosas aterran a los malos jefes, pero definen a cualquier gran líder

Muchos elementos, personales, profesionales y aspiracionales, ayudan a formar a un buen líder, pero su actitud y decisiones son parte crucial del proceso

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  • De acuerdo con Infopro Learning, solo el 18 por ciento de las organizaciones creen que su líder es efectivo

  • En cifras obtenidas por Survey Monkey, cuatro de cada 10 personas confían más en su jefe si se sienten apreciadas

  • Forbes señala que los peores gerentes hacen que la mitad de sus colaboradores piensen en renunciar

Pasar de ser un empleado excepcional a un líder eficiente no es un proceso fácil. Por lo general, se requiere del apoyo de directivos y gerentes más senior, que enseñen los principios de dirigir y mandar. Asimismo, ciertas actitudes pueden ayudar a sabotear el ascenso profesional de cualquier persona, sin los cuidados adecuados. Sin embargo, un gran indicador de qué tan bien se desempeña una buena figura de mando es el tipo de decisiones que toma.

De hecho, este factor puede ser determinante para diferenciar a un gran líder de un mal jefe. Según Villanova University, los peores administradores necesitan infundir miedo para controlar a sus colaboradores. Know Your Team apunta que también los gerentes que menos respeto y confianza transmiten, son los que priorizan su bienestar frente al del equipo. Pero según Lolly Daskal, hay seis acciones específicas que solo temen realizar los pésimos managers.

Reducir la burocracia

Los mejores administradores luchan por la eficiencia y la eficacia de su equipo y los procesos que gestiona. Así pues, un buen líder buscará reducir en la medida de lo posible todas las barreras y topes que dificulten el trabajo. Un pésimo jefe utiliza estos retos como instrumento de control. Entre haya más candados que sólo él puede abrir, más empoderado se siente.

Fomentar el emprendimiento interno

Un buen líder busca que su equipo piense y llegue a grandes ideas por sí solo. Desea que puedan funcionar independientemente y siempre tengan en mente el bienestar del negocio. Por otro lado, un mal jefe también pierde la sensación de control con este esquema. Si cada quien puede funcionar autónomamente, ¿en dónde queda su poder?

Hacer más transparente el flujo líder-colaboradores

La comunicación es absolutamente esencial para cualquier proceso colaborativo. Si la información no fluye libremente, se crean confusiones, problemas y malentendidos. Pero los peores líderes considerarán esta transparencia un ataque a su posición privilegiada. Teme que todos pueden ver el panorama completo y pierda la posibilidad de estar por encima de todos.

Dar una voz a cada persona

También la retroalimentación es positiva para un verdadero líder. No solo le permite mejorar su estilo de gestión. Además, le hace descubrir sugerencias e ideas benéficas que tal vez no había considerado antes. Al contrario, un mal jefe se rehúsa a escuchar a su equipo. No solo teme una rebelión, sino que significaría aceptar que él no tiene todas las respuestas.

Seguir a alguien más

Un gran líder puede reconocer los momentos de genialidad de otros y sabe cómo respaldarlos. Asimismo, ayuda a otras personas a tomar la batuta cuando un proyecto tendrá mejores resultados en otras manos. Un pésimo jefe no suelta las riendas por ningún motivo. Cree que empoderar a otras personas significa también quitar legitimidad a su propio poder.

Recompensar el éxito y el progreso por igual

Contrario a lo que muchos gerentes pueden creer, el esfuerzo también es una parte crucial de los resultados. Un buen líder sabe recompensar a las personas que han trabajado mucho y se han superado a sí mismas, incluso si el producto final no es ideal. Por otro lado, los peores jefes solo toman en cuenta lo que se obtiene al terminar el camino.