¿Quieres dar una educación con inteligencia emocional a tus hijos? Entonces presta atención

La educación es uno de los pilares más importantes de la formación personal, en especial a edades más tempranas, por lo que no debería hacerse al azar

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Actividade, niños, vacaciones, verano
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  • Según la UNICEF, más de 200 millones de niños menores de cinco años no llegan a su pleno potencial por varios factores

  • Entre ellos, se cuenta la falta de una educación satisfactoria, exposición a la violencia, pobreza y mala salud física

  • De acuerdo con EdSurge, los jóvenes que reciben Enseñanza Social y Emociona tienen mejor desempeño académico

El concepto de educación tiene varios significados. Puede referirse a la formación académica previa que necesitan las personas antes de dedicarse a alguna profesión. También puede usarse para los modales de alguna persona y cómo se comporta ante la sociedad. Por supuesto, se puede emplear para describir el conocimiento general de una persona sobre uno o varios temas. Pero una de sus definiciones más comunes es la del proceso de crianza.

La educación de un niño es particularmente crucial y delicada durante los primeros ocho años de vida. De acuerdo con Teach, es en este periodo que los jóvenes viven su mayor periodo de desarrollo y crecimiento. Durante estos años, también el cerebro evoluciona de una forma mucho más rápida que en ningún otro momento de la vida. Así pues, como menciona Parents, es indispensable invertir en una enseñanza de alta calidad dentro y fuera de la escuela.

También se debe invertir en lecciones que permitan un desarrollo social integral a largo plazo. En este sentido, es crucial tener mucho cuidado con el aspecto emocional. Según City Year, un buen desarrollo en esta dimensión permite que las personas, a largo plazo puedan ponerse y alcanzar metas positivas. Asimismo, habilita el desarrollo de relaciones sanas con otros. Según Colegium, hay cinco claves para proveer una educación con inteligencia emocional a los hijos:

Aprender a distinguir las emociones en conjunto

Muchos individuos, incluso en su etapa adulta, tienen problemas para verbalizar y comprender sus propios sentimientos. Esto se debe a que no hubo una correcta educación acompañada para poder identificar y distinguir emociones. Es positivo que padres e hijos practiquen con regularidad tratar de describir qué piensan y cómo los eventos de la vida cotidiana afectan a su persona. También hay que explicar el por qué y cómo se puede lidiar con estas cuestiones.

Eliminar una educación destructiva

Para los niños, su mayor figura de referencia son los padres. En este sentido, es importante vigilar cuidadosamente el tipo de lenguaje que se maneja con ellos. Si se critica o regaña negativamente sus acciones, se pueden ocasionar problemas de inseguridad y autoestima a largo plazo. Lo mejor es tratar de manejar la conversación con un giro positivo. En vez de castigar por no estudiar, por ejemplo, buscar soluciones a esta falta de compromiso.

Jamás saltar a conclusiones de comportamiento

Un solo episodio jamás va a definir una característica de la persona. En ese sentido, se debe evitar catalogar a un niño con algún aspecto de personalidad tras un solo incidente. Porque un hijo se haya metido en una pelea con alguien no significa que sea una persona agresiva. Es importante que la educación de los jóvenes no parta de falsas ideas. Jamás se debe asumir ningún problema sino hasta que se tenga un comportamiento consistente y recurrente.

Dar una educación para que los hijos puedan valerse por sí mismos

Todos los padres quieren ahorrarle sufrimiento y problemas a sus hijos. Sin embargo, los jóvenes deben también aprender a defenderse por su cuenta del resto del mundo. Una educación sobreprotectora solamente priva a los niños de las herramientas del éxito a futuro. Es mucho mejor darles la oportunidad de resolver sus propios problemas e identificar sus emociones. De esta forma, podrán convertirse en adultos funcionales a largo plazo.

Ser siempre un modelo a seguir

Los niños son unas esponjas. Así que la educación no solo es cuestión de dar lecciones y hacer correcciones. Los padres deben reflejar el comportamiento que supuestamente inculcan a sus hijos. De lo contrario, se puede crear un mal precedente a largo plazo. Esto es mucho más importante al momento de enseñar como reaccionar. Si los padres siempre contestan violentamente cuando algo no les parece, transmitirán este tipo de respuesta a los pequeños.